Desafíos del sindicalismo


El sindicalismo se enfrenta a un doble desafío. De una parte, desarrollar todo tipo de iniciativas y de propuestas tanto en el marco de la Unión Europea como de España, con el objetivo de poner fin a las políticas de austeridad, como elemento determinante para salir de la crisis, en base a una recuperación real, que llegue a las personas, sobre la base de empleo de calidad y con derechos; De otra, desarrollar una línea de actuación consistente en fortalecer el espacio sindical, el papel del sindicato en la empresa y en la sociedad, su poder contractual, acompañado de la necesaria puesta en valor de la función sindical como componente estratégico de la acción sindical. 
 
Para este doble emplazamiento la Confederación Europea de Sindicatos (CES), junto a distintas iniciativas de movilización en la Unión Europea, ha propuesto un Plan de Inversiones que permitiría crear 11 millones de empleos, en un marco en el que el sindicalismo europeo, ha reiterado que hay alternativas para impulsar el crecimiento, combatir el paro y construir una Europa más justa y social. 

Un nuevo rumbo para Europa, es el objetivo de la CES, donde democracia y ultraliberalismo son claramente incompatibles. 

La Confederación Europea de Sindicatos viene reclamando que el presupuesto de la UE y especialmente los Fondos Estructurales se destinen a apoyar el crecimiento sostenible, la inversión y los empleos decentes. 
La CES llama en definitiva a acabar con las políticas de austeridad y recortes presupuestarios, reclamando un ambicioso Plan europeo de inversiones para la creación de empleos de calidad. 

Asimismo emplaza a las fuerzas políticas a restablecer la cohesión y la justicia social, garantizando que las libertades económicas no tengan prioridad sobre los derechos sociales fundamentales. Además de propugnar el fortalecimiento de la democracia que permita el control de la gobernanza económica europea. 

Más Europa si, pero otra Europa también. Una Europa cuya carta de naturaleza sea el Estado del Bienestar, abriendo el camino hacia una Europa política, federal en sus instituciones, con una moneda única sí, pero también con una política económica, presupuestaria y fiscal común. 

Donde se reduzcan las diferencias entre el norte y el sur de la UE y también entre el norte y sur de cada uno de los países que la componen. 

Una Europa en la que la prioridad sea el restablecimiento de la cohesión y la justicia social, y en este marco el empleo con derechos, hacer frente a los crecientes niveles de pobreza y de desigualdad. El restablecimiento igualmente de unas relaciones laborales equilibradas, que fortalezcan el principio de libertad sindical y derecho a la negociación colectiva, la existencia de unos servicios públicos de calidad e interés general y la garantía de una seguridad social y una política fiscal justa. 

Un doble desafío que para el caso de nuestro país fija como prioridad poner fin también a las políticas de austeridad, a los recortes sociales que se vienen produciendo, situando como una cuestión central la reversibilidad de la reforma laboral, cuyos efectos han sido devastadores para el empleo y su calidad así como para el sistema de relaciones laborales.

Y ello se materializa por un lado en los emplazamientos que CCOO hemos realizado tanto al Gobierno como a la patronal y por otro en dar continuidad al proceso de movilización, en el que estamos inmersos tanto en España como en la Unión Europea a través de las distintas iniciativas de la Confederación Europea de Sindicatos.

Cierto es que el ciclo económico está cambiando. Si bien no hay razones que avalen la euforia oficial, la economía española está saliendo de la recesión, pero con una recuperación débil, por tanto aún le queda mucho recorrido para salir de la crisis, mas aún si persisten la actuales políticas, que tanto daño le han hecho a la economía, al empleo y a las personas.

No habrá recuperación si no hay empleo de calidad, si no se reducen los actuales e insoportables niveles de pobreza, si no se reduce la creciente desigualdad social, si no se restituyen derechos.

Para CCOO por tanto, y en esa dirección es en la que hemos emplazado al gobierno, la prioridad es el empleo, y ello exige para el corto plazo de la adopción de medidas tendentes a ampliar el Estado Social y de Bienestar. La creación inmediata de empleo, vendrá de esta apuesta, que deberá estar acompañada de la recuperación del poder adquisitivo de los salarios, del incremento también de los actuales niveles salariales. La devaluación salarial ha deprimido la demanda interna y con ello ha contribuido a destruir empleo, además de haber empobrecido a un número considerablemente alto de trabajadores. La razón es evidente, los salarios son la principal fuente de ingresos de la mayoría de la población en España: de cada 100 personas ocupadas, 83 trabajan por cuenta ajena.

A estas dos medidas habría que añadir un amplio programa de rehabilitación de viviendas. En nuestro país hay 6 millones de viviendas con más de 50 años y 15 con más de 30 años.

Y junto al corto plazo adoptar medidas que miren al futuro y eso se llama Industria y cambio de modelo económico y productivo.

Es posible crear empleo y además en el corto plazo, al igual que es necesario y también posible proteger a las personas. La propuesta es igualmente clara: restituir derechos para las personas en desempleo y crear una Renta Minima Garantizada para quienes no tienen ningún tipo de ingreso.

Tenemos propuestas en materia de formación, sobre calidad en el empleo, precariedad laboral, Salario Mínimo Interprofesional, empleados públicos, servicios sociales etc., que deben ir acompañadas de una reforma fiscal justa, que combata el fraude fiscal, y que sea un factor de crecimiento económico, que garantice ingresos suficientes para el estado, que juegue un papel determinante en la extensión del Estado Social y en la creación de empleo.

Propuestas en materia de negociación colectiva con la mirada puesta en los salarios y en el empleo, en las condiciones de trabajo y, con mayúsculas, en el mantenimiento de la ultraactividad de los convenios colectivos.

Este emplazamiento a la negociación va a de estar acompañado de una posición beligerante del sindicato en defensa del derecho de huelga y de la actividad sindical.

Se están abriendo, por parte de distintas fiscalias, procedimientos administrativos y penales, e incluso algunas sentencias de cárcel, contra cargos sindicales y afiliados al sindicato que a su vez implica la formulación de procedimientos sancionadores o imputaciones penales, por el desarrollo de la actividad sindical que vulneran claramente el principio de libertad sindical, la Constitución y con ella derechos fundamentales. Iniciativas en nuestra opinión muy políticas, claramente antisindicales, que CCOO no va a tolerar y a las que vamos a responder desde el estado de derecho, esto es por la vía judicial y la movilización social.

El respeto y la vigencia generalizada de la libertad sindical y por consiguiente la presencia del sindicato como figura social clave no solo de las relaciones económicas y sociales, sino de la propia civilización democrática, en ningún caso puede estar en cuestión.

En este marco, el sindicato tiene que estar a la ofensiva, poniendo en valor la función sindical que es un componente estratégico de la acción sindical, que requiere de mucha visibilidad del sindicato, de sus dirigentes a todos los niveles, desde la empresa hasta la dirección confederal, tanto en el centro de trabajo como en la sociedad, en el conflicto y en la negociación, en su capacidad de propuesta y de alternativas.

Una apuesta por más sindicato; más cercano a los afiliados y afiliadas, a los trabajadores y trabajadoras desde la empresa; más abierto a la sociedad; más fuerte, más igualitario y más confederal..., capaz de gestionar sus recursos eficazmente y capaz de asumir un amplio proceso de renovación.

El sindicato debe estar allí donde se dirimen los intereses de la fuerza del trabajo, y aunque ese lugar no es únicamente el centro de trabajo, implica la necesidad de que el sindicato se sitúe con renovada fuerza y protagonismo en la empresa, en el centro de trabajo, abriendo cauces de participación a las mujeres, a los jóvenes, a las nuevas realidades producto de los procesos migratorios, a quienes son víctimas de distintas formas de precariedad, abriendo cauces para la revitalización de la acción sindical en la empresa, que no es otra cosa que el lugar en el que se hacen efectivos los cambios; por tanto, es el lugar donde también se han de hacer efectivos los nuevos retos que el sindicalismo tiene ante sí.

Pero no solo la movilización en el centro de trabajo o en la calle, que siendo importante, tiene ineludiblemente que estar acompañada de la movilización de las ideas, de los cuadros sindicales, la movilización organizativa, la movilización por tanto de todos los recursos del sindicato.

Y junto a ello reforzar el concepto de utilidad del sindicato, el alcance y resultados de su intervención en la acción sindical cotidiana, la negociación colectiva y la concertación social, la acción jurídica como complemento de la sindical y los servicios que presta, etc., poniendo de manifiesto (es fundamental) el factor diferencial que la presencia o no del sindicato supone en materia de condiciones de trabajo, derechos, seguridad contractual,…

Cierto es que los servicios jurídicos de asesoría y defensa en juicio de los derechos de los trabajadores y trabajadoras son una seña de identidad de CCOO, que hay que poner más en valor el cómo lo hacemos habitualmente, pero igualmente cierta es la necesidad de revitalizar la acción del sindicato previa a la acción jurídica y ello requiere de una mayor presencia del sindicato en los conflictos (despidos, sanciones,…). Una intervención directa de sindicalistas ante las direcciones de las empresas, singularmente en las que no tenemos presencia o ésta es limitada, ya que en los demás centros, con mayores o menores dificultades está garantizada, para con ello desplegar también el sindicalismo de proximidad y desarrollar de manera integral el concepto de utilidad.

Dando a conocer, asimismo, el trabajo que el sindicato despliega hacia las personas que están en situación de desempleo, las acciones que impulsa en los distintos campos, desde el asesoramiento a la formación para el empleo,…

Hay que dar a conocer todo lo que el sindicato hace. Una estrategia comunicativa que pretenda poner en valor la función sindical, por tanto su máxima visibilidad, debe como prioridad dar a conocer todo lo que hace, así como realizar una adecuada utilización de los canales y la articulación entre los emisores internos y externos.

Para este objetivo la formación del conjunto de las estructuras sindicales es un elemento clave, no solo para comunicar sino para poner en valor la función del sindicato, en primer lugar en los centros de trabajo.

Reforzar estrategias tanto en el ámbito de la acción, del saber hacer (presencia e intervención cotidiana en los centros de trabajo, en la sociedad, negociación colectiva, asesoramiento, representación institucional) como de la opinión, del hacer saber (estrategia de comunicación, creación de imagen y opinión, intervención en las redes sociales), se convierte en una urgente prioridad. El sindicato no puede ni debe generar ni indiferencia ni lejanía.

Los sindicatos, como sabemos, tenemos “tarjeta de visita” y nos ponen “etiquetas”. Es el “cómo nos vemos”, nuestra definición de nosotros mismos y el como nos ven.

Y sabemos que nuestra imagen ha sufrido una importante erosión, debido tanto a errores propios como a interesadas campañas de deslegitimación: los sindicatos, o no se sabe qué hacen, son vistos como una cosa lejana, o (peor aún) son los que defienden a quienes tienen un buen trabajo, forman parte del “stablishment”, se reúnen para hablar de “sus cosas”.

Cierto que esta etiqueta es, en cierta medida falsa y manipuladora, pero no la podemos despreciar, no cayendo en la mala práctica de los gobiernos: la de atribuir su mala imagen no a sus políticas (buenas), sino a errores a la hora de explicarlas, o bien a las estrategias conspirativas de medios de comunicación muy poderosos. Al contrario, aceptamos que esta etiqueta anida en una parte de los trabajadores y de la propia sociedad y trabajemos a fondo por cambiar dicha percepción.

Hay que establecer una adecuada articulación entre el gran volumen de información que cotidianamente genera el sindicato, con la identificación, presentación y mantenimiento de grandes ideas fuerza sobre la legitimidad de la función sindical y sus diferentes ámbitos de intervención (agregación y representación de intereses, negociación colectiva, defensa jurídica y sindical, prevención de riesgos laborales, formación y cualificación profesional, participación institucional…), aportando en cada caso datos propios y comparados.

Y también reforzando lo que el sindicato es. Visibilizar el trabajo en la empresa, el papel de las Secciones Sindicales, de las y los Delegados de CCOO en los centros de trabajo, los mil y un conflictos (negociaciones, movilizaciones, acuerdos) a los que de manera cotidiana se enfrenta el sindicato.

Junto a los temas de carácter más general, hay que poner de manera sistemática en valor que el sindicato interviene simultáneamente en miles de asesoramientos, de negociaciones, de conflictos, de acuerdos, etc., es decir, está interviniendo diariamente en la defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras, lo que hay constituye un incuestionable capital social.

La transparencia es una de las señas de identidad de CCOO, para cuyo mantenimiento y promoción el sindicato esta adoptando las medidas sindicales, organizativas y de comunicación necesarias para trasladar al conjunto de la afiliación, de los trabajadores y la opinión pública la más completa relación de sus objetivos, actividades, recursos y resultados de su intervención, de manera que pueda posicionarse como la primera fuerza social no sólo en presencia (afiliación, intervención de proximidad en las empresas), audiencia (representatividad) e influencia (negociación colectiva, gestión del conflicto, intervención institucional), sino también en valores sociales (defensa, utilidad, protección, transparencia) y éticos (solidaridad, justicia, equidad).

Su descalificación como parte del pasado, su rechazo como mediadores sociales innecesarios, su asociación a la idea de “liberados” y ociosos o a su carácter no democrático o la violencia de sus protestas, su sectarismo contrario al “interés general”, forman parte de campañas perfectamente estudiadas.

Siempre que sea necesario (huelgas, cambios legislativos, acuerdos sociales) formarán parte esencial de las portadas que determinan las agendas del día. Pero, además, todos los días se alimentan, con razón o sin ella, los rumores y maledicencias sobre supuestas corruptelas en tertulias y columnas de opinión. Lo suficiente para formar parte esencial de las políticas informativas que “fabrican los consensos” a largo plazo.

Es por ello fundamental, informar, comunicar, reforzando los medios de comunicación propios, aun lo que consideremos más nimio, estableciendo los programas y las pautas necesarias para que esta idea recorra toda la organización.

Aunque insuficientes, los datos disponibles en materia de imagen pública de la organización e intervención de los sindicatos, parecen configurar una situación paradójica entre un reconocimiento alto de la necesidad de que los trabajadores dispongan de sindicatos fuertes para proteger sus derechos y condiciones de trabajo, un nivel de simpatía medio y uno bajo de confianza en su funcionamiento. Es decir, no parece cuestionarse la legitimidad de origen ni de función, pero sí, en mayor o menor grado según los casos, la retórica y operativa de su ejercicio.

Tales índices corresponden al conjunto de la población, (28/30 por ciento según las últimas encuestas) mientras que entre la población asalariada la valoración de la actividad sindical se divide prácticamente por tercios, variando al alza en los casos en los que la presencia del sindicato en los centros de trabajo es una realidad consolidada (situándose prácticamente entre el 60/70 por ciento).

Esta realidad (no quedan instituciones intocables) hay que revertirla, ganando en imagen y credibilidad y ello depende, de nosotros mismos, de la propia organización, de las estructuras de dirección a todos lo niveles, de los cuadros del sindicato,...

Por tanto, esa mayor presencia en la empresa ha de realizarse desde el discurso general, no descuidando la parte profesional, que es fundamental, pero alejados de tendencias corporativas, que terminan por desvincular “lo de fuera” con “lo de dentro”.

El sindicato se emancipa en la empresa y refuerza su poder normativo colectivo a partir de la rama de producción como forma de ampliar la tutela de todos los trabajadores, incluidos los de las pequeñas y medianas empresas.

Pero el sindicato tiene que desplegar toda su capacidad, que la tiene y es mucha, para agregar sectores e intereses, ampliando su capacidad de representación desbordando el espacio normal de actuación en los centros de trabajo y en los sectores.

El sindicato, hay que subrayarlo, es además portador de un interés económico y social en términos políticos-democráticos. 

Creo que hay que construir un nuevo relato sobre y desde el sindicalismo, reivindicando en positivo la justicia de sus demandas, el componente ético de su acción y la utilidad social de su intervención colectiva. 


Publicado en 'espacio público' | ágora económica | los sindicatos en tiempos neoliberales
http://goo.gl/FQgFko | 14 de julio de 2014 |