Sobre el sindicalismo

La Fundación 1º de Mayo inicia un proceso de reflexión y debate que se va a prolongar a lo largo de este año en torno al sindicato, a los cambios que se vienen produciendo y a los objetivos y estrategias, que los nuevos escenarios nos vienen demandando. La expresión “nuevas respuestas, para nuevos tiempos”, sigue teniendo plena vigencia, sobre todo porque los cambios no son puntuales sino que conforman un continuo.

Expertos de la economía, el derecho del trabajo, la sociología del trabajo, historia social y económica, junto a un nutrido grupo de sindicalistas, vamos a trabajar a fondo sobre estas cuestiones.

El sindicalismo hoy no consiste solo en la definición de objetivos, siendo esto necesario, sino que es esencial la definición de una estrategia acertada para su consecución. Y es que, efectivamente, objetivos sin estrategias son vanos, del mismo modo que las estrategias sin objetivo son ciegas.

Son tiempos en los que el sindicalismo tiene que ser capaz de integrar todo lo diverso, tiene que hacerse cargo de resolver la tensión entre lo general y lo específico que aflora en esa diversidad, igualmente entre lo global y lo local.

Una forma eficaz de organización de la clase trabajadora
Tal y como se recoge en el esquema que hemos elaborado para el debate, la Fundación 1º de Mayo pretende analizar la realidad del sindicalismo hoy, incorporando a ese análisis los elementos que configuran una cierta crisis del sindicalismo, en un marco de crisis del conjunto de los sujetos sociales, no conducente a su desaparición, sino más bien al contrario, a su necesaria transformación, sin renunciar a sus señas de identidad, a los valores en los que se sustenta.

Y es que, efectivamente, uno de los objetivos en un proceso de cambios como al que venimos asistiendo, es el de resituar cuál es la misión y la función del sindicato, el de un sindicato para los trabajadores, que no se resigna a la estratificación social establecida, sin otra perspectiva que la inmediata defensa de los intereses profesionales, pero que es un sindicato de los trabajadores, es decir, una forma eficaz de organización de la propia clase trabajadora para la defensa de sus intereses.

Un sindicato general que es capaz de representar al conjunto diverso y cambiante de los trabajadores y trabajadoras. Es decir, el sindicalismo confederal, o es de clase o no lo es.

El proceso vertiginoso de cambios, sobre los que nos planteamos igualmente reflexionar, no son espontáneos o consecuencia de una economía más interdependiente o globalizada, sino que estos están organizados desde una estrategia propia del capital: el viejo sueño de los fundamentalistas del mercado de que este regula todas las relaciones sociales es, igualmente, una de las prioridades que vamos a abordar, porque el movimiento sindical tiene que analizar y repensar esta realidad desde una perspectiva que busque su transformación con el objetivo de  construir una sociedad en la que quepamos todos, en la que salgan reforzadas la democracia y los derechos de los trabajadores.

Nuevos desafíos
Queremos profundizar en el análisis sobre sus estructuras al nivel internacional, para poder reforzar la acción sindical a esta escala, porque es donde se producen cada vez más y con mayor intensidad las decisiones que afectan a los trabajadores y trabajadoras.

Debemos reflexionar sobre cómo adaptar sus respuestas a los nuevos desafíos que le plantea el cambio de paradigma productivo, caracterizado por la descentralización productiva, la deslocalización, la preponderancia del sector servicios y las exigencias de flexibilidad que se derivan de estas nuevas realidades.

Hemos de reflexionar a fondo sobre los cambios que se están produciendo en el mercado de trabajo y que están causando una fuerte segmentación entre trabajadores cualificados y no cualificados, acentuada con los fenómenos de externalización, que evidencia signos de corporativización y ante la que hay que evitar riesgos, más que evidentes, de un posible alejamiento del movimiento sindical con respecto a los colectivos de trabajadores en posición social más débil.

Pero no sólo se deben elaborar respuestas a los nuevos fenómenos. Al tiempo, se debe abordar cómo refuerza su presencia y actividad en las empresas, que es de donde saca toda su fuerza y donde repercuten más decisivamente estos cambios; debe reforzar sus estructuras de carácter confederal, pero no aisladas de las estructuras sindicales europeas e internacionales, para poder defender muchos de los intereses de los trabajadores en su condición de tales, sobre todo, en lo que se refiere a aquellos bienes y servicios que representan el salario diferido (vivienda, educación, sanidad, servicios sociales, etc.), y en sus intereses como ciudadanos.

El sindicato no puede levantar muros artificiales entre la condición de ciudadano y de trabajador. Es preciso dejar claro nuestro alejamiento de esa corriente neoliberal que trata de construir una determinada y nueva figura social -el ciudadano en su dimensión individual- desprovista de los atributos de contenido social y laboral y de su carácter colectivo.

En su organización interna, el sindicato también precisa de una adaptación que requiere dar pasos en el desarrollo de una concepción organizativa vinculada a objetivos sindicales precisos, que defienda intereses, pero desde un sólido anclaje en valores muy concretos y que se articula de abajo a arriba.

Se va a trabajar sobre el papel y los cambios del sindicalismo de clase desde una perspectiva histórica. También en torno a la dimensiones global y supranacional de la acción sindical y sobre los cambios sociales y económicos, cambios en la forma de producir y organizar el trabajo.

La regulación del trabajo y las políticas laborales y sociales, el poder normativo y contractual del sindicato son parte, igualmente, de la agenda, junto a la negociación colectiva y el sindicato en la empresa

El sindicato en la sociedad y en la opinión pública, el sindicato en su dimensión interior o en el conflicto y la movilización forman parte de la amplia agenda de trabajo que vamos a acometer.